Día 1 de julio
Después de dos horas enlatados en un tren de media distancia, cuando ya se acercaban las 17.00 horas, llegamos a Sant Jordi Desvalls, un municipio de 53,4 km2 y con 626 habitantes. Hacía calor pero una llamada telefónica fue suficiente para que Clara, con mucha amabilidad, bajara desde la casa de Colonias para recoger nuestro equipaje. Nos esperaba un paseo de 4,5 km por caminos rurales llenos de girasoles, chopos de cultivo… Un entorno rural salpimentado de masías y granjas dedicadas a la ganadería. Con un pequeño descanso para merendar, y después de pasar por Viladasens, ya estábamos cerca.
Eran las 19,45 pasadas llegamos a Can Sans, una casa de colonias situada en el vecindario de Fellines, municipio de Viladasens y comarca del Gironès. En el límite con el Alt y el Baix Empordà, entre el Ter y el Fluvià. Un territorio de suaves ondulaciones drenado por la riera de Cinyana.
Nos instalamos y después de refrescarnos en la piscina, llegó el momento de la cena y de recibir de Clara las indicaciones de funcionamiento de las diferentes instalaciones de la casa.
Con la llegada de la oscuridad, recordamos historias de la mitología griega y tratamos, después, de verlas reflejadas en las diferentes constelaciones que la noche estrellada regala durante el mes de julio.
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Día 2 de julio
El nuevo día comenzó a las 8.00 con una sesión de meditación en grupo. Tras el saludo al Sol, el gong del cuenco dharma nos acompañó durante una meditación de 25 minutos rodeada de la frescura de la mañana y de las conversaciones de las aves atareadas en sus diferentes ocupaciones. Después del desayuno emprendimos una caminata hasta Cervià de Ter, una población de 86,5 km2 y 863 habitantes. Era un itinerario de 4,5 km lleno de campos de cultivo, bosques de tipo mediterráneo, con robles, encinas, pinos… y chopos de cultivo. Todo el mundo aprovechó para hablar con todos, para recordar las aventuras nocturnas y comentar las anécdotas del día anterior.
Hacia las 13,00 horas ya estabamos en la casa y después del baño imprescindible en la piscina, llegó la merecida comida. Ya eran las 17.30 horas cuando nos dispusimos para la clase de Hapkido, primero, y para una sesión fotográfica más tarde. Hacia las 19,30 algunos disfrutaron de la piscina mientras otros practicaban baloncesto en la pista. Cena a las 20,00 y un juego compartido para recordar los valores que cada uno aporta al grupo.
Día 3 de julio
El último día se inició con una nueva sesión de meditación en el bosque, de nuevo el gong del cuenco y la palabrería de las aves dirigió el ritmo. Hacia las 9,00 desayunamos y a las 10,00 en punto practicamos taekwondo: estiramientos, series de patadas y pumse. Ya eran las 11.30 cuando algunos volvieron a la piscina y los «basquetboleros» prefirieron jugar en la pista.
La comida de las 13,00 horas sirvió para acabar de enmarcar la estancia y para recordarnos que era el momento de pensar en recoger para volver. Los más atrevidos aún debían caminar hasta la estación de Sant Jordi Desvalls. El tren pasaba a las 20,15. El cálculo fue suficiente para que incluso nos refrescaramos en la plaza de Sant Jordi tomando un refresco y charlando animadamente de las aventuras vividas.
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