El Sinkyo, la religión tradicional de Corea es originaria de Siberia y llegó a la Península con las tribus paleoasiátiques del Neolítico, auténticos antepasados étnicos de los coreanos. ¿Qué es el Sinkyo? Es una forma de chamanismo que hunde sus raíces en la creencia de que nada en el mundo no es autosufiente, nada se entiende por sí mismo.
Los mitos, el de Tangun por ejemplo, explican algunas concepciones tradicionales pero estas concepciones necesitan expresarse luego en forma de ritos. Mito y rito se complementan por tanto. Los ritos comunales de Corea, actualmente se practican más de 500, se celebran en honor de una gran variedad de deidades tutelares: montañas y árboles, ríos, rocas, animales…
El gradual desarrollo de la agricultura planteó la necesidad de trasladar los santuarios de las deidades protectoras en las aldeas, donde no es raro por ejemplo, a su entrada, encontrar dos tipos de postes: changsung (palos con una cara cortada y pintada en su extremo) y sottae («perchas del espíritu» con un pato cortado al final), que comparten en su simplicidad, el sentido de la honestidad y de la falta de pretensión de la gente que los creó mientras sirven para proteger la aldea de los espíritus malignos, y asegurar paz y prosperidad.
Se trata de creencias preparadas de cierto pragmatismo ya que el propósito de las celebraciones busca lograr longevidad, buena fortuna y bienestar, gracias a la intersección de los seres divinos. Pero además, los rituales campesinos conjugan las necesidades básicas del ser humano con una serie de actividades comunitarias en las que la cooperación es absolutamente necesaria, tanto para poder hacer frente a problemas como para proporcionar a los aldeanos una ocasión para fortalecer sus lazos sociales y desarrollar su sentido de la fraternidad y del destino común. Es en este aspecto donde, justamente, el taekwondo adquiere su sentido ritual. El coreano no concibe un rito que no finalice con una celebración en la que la música y el canto, la danza y, como no todo tipo de juegos folclóricos (uno de estos juegos folclóricos era un juego marcial, el Taekyon, el antecedente del taekwondo) sirvan de acción de gracias a la deidad tutelar pero también para que refuercen en cada individuo el espíritu de comunión con los demás.
Els ritos tradicionales mantienen viva la solidaridad, preservan las costumbres sociales y aportan reposo espiritual. El ser humano como individuo, los seres humanos como comunidad, la naturaleza y las deidades entran en comunión a través del rito, expresión de lo inefable el campo de acción del que incluye el límite geográfico y social de la aldea, convirtiéndolo así en un pilar de la sociedad tradicional.
En la práctica del taekwondo es fácil descubrir este aspecto ritual en tanto que es básico el espíritu de colaboración y el trabajo colectivo. El taekwondo enseña que el grupo es expresión de las individualidades y que los individuos encuentran apoyo y sentido en el grupo.