Durante el siglo VIII d. C., en pleno declinar del reino de Shilla, llamado a desaparecer ante la presión del nuevo reino de Koryo (918-1392), proveniente de la China de la Dinastía Tang, fue introducido el que con el tiempo llegaría a convertirse en la forma predominante y peculiar del Budismo coreano: el Seon (Ch’an en chino, Zen en japonés), palabra que traduce la voz sanscrita dhyana (jhana en pali) y que significa «meditación».
¿Qué es el Budismo Son? Si os preguntara qué es una barrita de grafito encerrada en un prisma de madera y que sirve para escribir o dibujar, posiblemente, después de asegurarse de que no es una pregunta con trampa responderíais que se trata de un lápiz; pero si fuera un maestro Seon, la pregunta tendría una connotación distinta, él diría: –«Dime qué es este objeto que sostienen mis dedos, no me respondas que es un lápiz ni un no-lápiz, ni un lápiz y un no-lápiz a la vez, pero contéstame algo. ¡Rápido, habla, habla!» En este caso, quedaríamos desconcertados porque la pregunta no se mantiene dentro de los esquemas lógicos y por lo tanto la respuesta no puede surgir de nuestro entendimiento y, sin embargo, el maestro nos inquiere a dar alguna contestación.
El Son se inicia con una ruptura, hace saltar en mil pedazos las reglas de nuestra convencional creencia de que los conceptos reproducen la realidad, y se asienta en una afirmación radical: la realidad misma no se deja encasillar por ningún orden de ideas. Por ello, la respuesta habitual de muchos maestros cuando se les interroga sobre qué es el Son es: –«Siéntate y practica», es decir, adopta la postura del loto y medita, vacía tu mente de pensamientos para «que lo que es» aflore, como si de un escultor, que quita del bloque de mármol todo lo que le sobra para que surja la figura, se tratara.
Cuenta la leyenda que en cierta ocasión se encontraba Buda con sus discípulos en el monte de la Santa Aureola, cuando se le acercó un joven brahmán, llamado Kasiapa, quien, ofreciéndole una flor, le pidió que le explicase la doctrina. El iluminado tomó la flor y la contempló en perfecto silencio. Tras unos instantes se volvió hacia el brahmán y le sonrió. En ese gesto había nacido el Son. Esta parábola manifiesta la realidad, no habla de ella, nos invita a percibir el misterio y la belleza en medio de la vida, tal como ella acontece, en lo trivial, sin mediación de palabras ni de ideas, aquí y ahora.
Eso se taekwondo, vivir el aquí y el ahora tal como se presenta, ya sea cuando practicamos, ya sea cuando luchamos, ya sea cuando estudiamos o cuando tomamos una taza de té o una cerveza con los amigos. La actitud mental del taekwondista significa no tener ninguna actitud mental, ser capaces de ir más allá de la mente, dejar que lo que somos fluya a través de nuestro cuerpo en todo lo que hacemos, sentimos o pensamos. Esto es taekwondo y eso es Seon.