Aprender a nadar

bebe_nadadorPracticar taekwondo es como aprender a nadar… requiere de un entrenamiento y de un método, pero lo más imprescindible es el contacto con el agua. Cuando te acercas a un gimnasio tradicional de Taekwondo tienes la impresión de que nunca serás capaz de “nadar”, todo es nuevo y a la desorientación se añade el hecho que estás aprendiendo una lengua nueva que tiene la finalidad de permitir comunicarte de una manera diferente, y esto representa dejar esquemas establecidos.

El certificado de cinturón negro es el reconocimiento oficial de que ya puedes nadar o de que ya puedes comunicarte en esta lengua nueva. Pero poder nadar no significa saber nadar, poder comunicarse no significa saber comunicarse. La línea entre poder y saber es muy delicada, incluso puede llevar a confusión. Muchos cinturones negros parece que saben cuando en realidad su saber es sólo una fachada aparente pero vacía de contenido. Y es que con el cinturón negro empieza un nuevo camino, el de dar tu acento personal al taekwondo, el de introducirte en el agua y con tu propio estilo nadar. ¿Hacia dónde? Esta es la pregunta trampa con la cual muchos se excusan para seguir en la orilla. Nadar es la expresión de nuestra propia naturaleza, nadar se manifiesta en todo lo que hacemos, decimos o pensamos. No podemos no nadar y la pregunta, por lo tanto, esconde el miedo a nadar por un mismo, dejando al margen los estilos y las técnicas aprendidas. Es un paso muy importante y no todos lo dan. ¿Qué hace falta para dar este paso?

Lo primero es generosidad, desprendernos de todo lo que hemos acumulado, reconocer que no sabemos y abrir nuestras manos para mostrar nuestra vulnerabilidad. Mantener las manos cerradas no es más que continuar prisioneros de aquello que creemos poseer y que nos está privando de la auténtica libertad. Sí, lo primero es desprendernos de todo el acumulado, y no es fácil. Las cosas que poseemos nos poseen y no es fácil dejarlas de lado, por muy prestadas que sean.

Lo segundo, podemos denominarlo sabiduría… Cuando nos desprendemos de todo lo acumulado empieza a aparecer lo que de verdad es nuestro.

Me han contado que a un erudito se le apareció un hada que le ofreció la posibilidad de elegir entre obtener todo el conocimiento del mundo o hacerse muy rico. El letrado se decidió por el conocimiento… Dicho y hecho, después de unos instantes mágicos, su deseo fue hecho realidad. Entonces, un alumno que presenció la escena, le preguntó:

– Dime, qué sientes?

– Que tenía que haber cogido el dinero, respondió el letrado…

Todo aquello que es prestado no es auténtico, es solamente apariencia y en lo aparente se puede disimular una temporada pero no se puede vivir.

Después de protegernos en una noche fría, tenemos que emprender nuevamente el camino. Podemos pasar un rato junto al maestro pero después tenemos que emprender nuestro propio camino. Un maestro zen, después de invitar a cenar a un monje que estaba de paso, le ofreció una vela para que le sirviera de guía en la oscuridad de la noche. Pero cuando éste se acercó a la puerta el maestro de un soplido le apagó la vela. – Por qué has hecho esto?, preguntó el monje.

– Porque mi propia luz no te puede ser de utilidad, fue la respuesta. En aquel momento el monje se abrió a la comprensión y su vida cambió. Es un gran descubrimiento aprender que nadie puede comer la fruta por nosotros, ni nadie puede nadar por nosotros… Y todavía lo es más, darnos cuenta que no hay otra forma de vivir que no sea nadando…

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